En septiembre del año 2018 fue un viaje relativamente corto y rápido viajar desde la comunidad La Laguna hasta la Hacienda de San Jacinto en el municipio de Tipitapa, Departamento de Managua.
Durante la excursión, los estudiantes tomaron fotografías y respondían una guía de campo, además de preguntas que llevaban preparadas para los guías turísticos. De todo lo observado y la información captada, los estudiantes hicieron un pequeño ensayo sobre los acontecimientos históricos.
A continuación dejo el siguiente ensayo, llamado: LA GESTA HERÓICA DE 1956.
De las cuatro
compañías de patriotas que se formaron en Somotillo para combatir a los
filibusteros, la tercera, comandada por el Coronel José Dolores Estrada y los
Capitanes Carlos Alegría y Bartolo Sandoval, estaba destinada a encontrarse con
las primeras avanzadas de Walker. Llegó a San Jacinto el 29 de agosto de 1856,
a las cinco de la tarde. Eran 160 hombres. La casa de la hacienda era grande,
de teja y con dos corredores, ubicada en el centro de un extensísimo llano.
El 11 llegó una
división de 60 indios flecheros al mando del mayor Francisco Sacaza. El 13
Estrada recibió las municiones de que disponía. La presencia de los patriotas
en San Jacinto era un serio inconveniente para el abasto de víveres de los
filibusteros. El estado de los caminos hacia a éstos imposibles enviar artillería
contra la casa-hacienda.
Los patriotas
que habían hecho trincheras para defender la casa y los corrales de madera, se
dividieron en tres frentes o compañías ligeras, con 50 soldados, más o menos en
cada posición. El Coronel José Dolores Estrada dirigía y unificaba operaciones
desde los corredores norte, sur y oriente de la casa con la ayuda del Teniente
Coronel Patricio Centeno. El retén o centinela, Faustino Salmerón, puesto por
Estrada dió ordenes inmediatas y la tropa se tendió en sus tres puntos de
defensa. Los filibusteros, auxiliados por la neblina espesa, se acercaron hasta
pocos metros de las defensas patriotas, con orden de no disparar, hasta estar a
boca de jarro. Por coincidencia los soldados nicaragüenses habían recibido la
misma orden, por la escasez del parque, así que la primera descarga del primer
encuentro fue tremendamente mortífera.
Durante dos
horas los filibusteros trataron de asaltar los tres frentes siendo rechazados.
Entonces los filibusteros comprendieron que tanto los corrales de piedra como
la casa hacienda eran inexpugnables de frente. Se retiraron momentáneamente,
concertaron el plan de ataque los oficiales y al grito de” ¡Hurra Walker!”,
lanzaron todo el peso de las tres columnas sobre el flanco izquierdo que era el
más débil. La primera descarga patriótica los rechaza y caen muchos invasores
muertos. Pero cae también el Capitán Sacaza y el oficial Bolaños. Los
nicaragüenses no tienen tiempo casi de cargar sus lentos rifles de chispa y ven
saltar sobre ellos, tiros incesantes de armas de repetición a los filibusteros.
Se lucha cuerpo
a cuerpo: a bayoneta, a machete, hasta con piedras. Andrés Castro viendo un
filibustero saltar una trinchera y no teniendo cargado su rifle toma una piedra
y lo mata de un certero golpe. Cae muerto el oficial Ignacio Jarquín y también
el Capitán Watkins. Retroceden los filibusteros y vuelven al instante al
ataque. En la acometida Marshall, Milligan y Byron Cole gana el corral y a
gritos alientan a sus soldados para que tomen las trincheras.
El oficial
Venancio Zaragoza con varios soldados, sintiéndose entre dos fuegos, salta el
corral y huye. Parece ya perdido el corral de madera y el flanco patriota
izquierdo. Eran las 10 de la mañana. La derrota parecía amenazar a las tropas
nicaragüenses. Cortado en sus posiciones, se lucho cuerpo a cuerpo y los
filibusteros presionando cada vez más sobre las defensas del corral para ganar
la casa. Las órdenes tenían que darse y contestarse a gritos desde la casa
hasta los oficiales. El Mayor O’neil ve que las defensas nicas están cediendo y
ordena un cuarto asalto que toma el corral a costa de muchos muertos.
“Tal vez
estuviéramos escribiendo una derrota, dice en este momento del combate el
General Estrada, si el Teniente Eva, Vélez y Solís con Manuel Marenco no se
resuelven a morir primero que abandonar el punto de donde les hacían
resistencia”. El punto era el estrecho terreno que quedaba entre el corral y la
casa.
Detrás de esos
valientes oficiales los soldados parapetados en el corredor de la casa hacían
fuego de fusilería. Entonces agrega el General Estrada “dispuse que el Capitán
Cisne, el Teniente Siero y el Oficial Fonseca saliesen a flanquear”. En efecto
salieron ocultamente por el costado sureste de la casa con tres guerrillas y
entre el monte y la serranía aparecieron de pronto a espaldas de los
filibusteros que ya se creían victoriosos al grito de ¡Viva Martínez!
El Sargento
Francisco Gómez persiguió con tal ardor a un grupo de filibusteros que cayó
muerto de cansancio. Faustino Salmerón dio alcance al Comandante Byron Cole,
que se había extraviado, y lo colgó de un árbol. Los patriotas llegaron en
persecución del enemigo hasta la actual hacienda San Ildefonso. El pánico de
los filibusteros fue tan grande, según el propio Walker, que llegados a
Tipitapa, volaron el puente temiendo un ataque inmediato a aquella villa. Las
bajas de los patriotas fueron entre 38 y 55 según los diversos cronistas. Las
bajas de los filibusteros fueron entre 27 de que habla Estrada en su propio
parte y de 35 caídos en combate más 18 ejecutados en la persecución, según
narra Eva. Entre los filibusteros que huyeron iba un gran número herido y muchos
murieron después.
En esta acción,
los filibusteros pusieron en práctica un ataque de penetración, sin tratar de
envolver ni rebasar, al contrario: primero de tanteo, por las tres columnas,
luego de esfuerzo sobre el punto vulnerable. La defensa se organizó en tres
grupos de resistencia, aprovechando las características del sitio. El
movimiento envolvente de los patriotas fue oportuno y eficaz. En este combate
la superioridad del número de armas fue desvirtuada por el ardor patriótico y
la habilidad táctica de los nicaragüenses.
En San Jacinto
“al invasor se le arrebató para siempre la fe en la victoria” y la estrella de
Walker comenzó a declinar. El canto patriótico de los clarines anunció la
victoria, llenando de júbilo el corazón la victoria, llenando de júbilo el
corazón de la patria. San Jacinto fue el solio sobre el cual quedó asegurado el
monumento de nuestra independiente.
El heroísmo
nicaragüense, altivo e invencible, mantuvo a raya al invasor. La bandera de
nuestra Patria nunca flameo más libre y soberana sobre las dilatadas llanuras
de San Jacinto. Estrada aumentó sus fuerzas hasta formar un batallón que llamó
San Jacinto y marchó a Masaya, a donde entró la tropa orgullosa, coronada las
armas con ramas y flores, el día 6 de octubre. Todas las fuerzas
centroamericanas estacionadas en Masaya hicieron calle de honor y vitorearon
con entusiasmo a sus amigos vencedores.
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