viernes, 26 de febrero de 2021

REFLEXION: “TÚ ERES AQUELLO QUE HACES, NO AQUELLO QUE DICES QUE HARÁS”


La mayoría de las personas muy bien conocen que somos el resultado de nuestras propias acciones. Son nuestras acciones la verdadera expresión de lo que realmente somos. Hay algunas personas buenas que se esfuerzan por hacer obras de caridad, sin importar la causa que éstas las haya motivado. Lo cierto que existe otro grupo de personas que dice ser o tener ciertas cualidades por ejemplo altruistas o de notoria honradez, pero a la vista de los demás se conoce evidentemente la discrecionalidad o el nepotismo con la que administra bienes públicos.

La máxima de la experiencia a determinado, en mucho de los casos, que existe una incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Pero, lo interesante de todo esto es que el mayor peso de confiabilidad a la vista y juicio de las demás personas lo tienen las acciones, es decir los hechos. Sería oportuno citar aquella vieja frase: “¡obras no palabras!”

Por tanto, la congruencia, es la relación y la fuerza con la que nuestras ideas, valores, creencias, sentimientos y acciones concuerdan entre sí. Cuando existe congruencia existe una maduración de nuestra persona, que reconocemos: ¿qué está pasando en nuestro alrededor? ¿qué estoy sintiendo y qué busco o deseo hacer al respecto? lo que nos permite tomar decisiones más seguras y determinar los posibles escenarios que se llegarán a tener, además de ganarnos el respeto, la estima y el aprecio de las personas siendo lo que realmente hacemos y no lo que decimos.

En conclusión, todas y cada una de las personas deben de estar más interesadas que si desean recibir la aprobación del público evitando el rechazo y los señalamientos en contra de su honor y reputación; lo más convincente es realizar acciones que apoyen nuestro buenos valores y grandes cualidades humanísticas. De qué sirve, que una persona diga profesar una religión determinada y que acata los principios morales y religioso que ésta le impone para el buen convivir en la sociedad, visite la iglesia con mucha frecuencia y suba al púlpito a hablar proezas ante sus demás hermanos; pero en otro ámbito profesional realiza acciones que degeneran, degradan su reputación e inclusive la hace ver una persona descarada sin principios morales, malvada, cruel, insensible, apañadora, corrupta, servil. ¿Eso sería hipocresía? Porque ve una buena opción de confort simulando lo que no es y disimulando lo que realmente es.”

 

J. H. Rodríguez

Junio, 2020

Teustepe, Boaco

 

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